jueves, 28 de noviembre de 2013

El Paseo











  


Construcción  Parque del Paseo 1985




El día 22 de diciembre de 1985, el alcalde Juan Ignacio Pujana inauguraba el paseo de Bellvitge ante unos dos mil vecinos.
 Las obras costaron 36 millones (38 o 60 según la fuente de consulta ) y consistieron en el famoso pirulo, un invernadero, donde se darían clases de jardinería y serviría de hotel plantas, el primero de España, para cuando los vecinos fueran de vacaciones. Esta fue una idea del concejal del distrito, Francisco Pareja, y tenían una planta carnívora y todo. El invernadero se inauguro con un concierto de piano y flauta de Paulino Peña y Carmen Vila. También se hizo un espacio con columnas donde habría una rosaleda que rodearía una fuente ornamental; también seis pistas de petanca, así como una zona de juegos infantiles. El día de la inauguración el grupo ecologista de Bellvitge reclamó con una gran pancarta que querían menos baldosas y mas zonas ajardinadas. Se quejaron de que cualquier propuesta que hacían durante el proyecto y las obras era rechazada y que no contaron con ellos por el diseño de la plaza. La plaza que ahora se encuentra en el paseo de la  baldosa es suya, concretamente la hizo Miguel Segovia Aparicio, que en aquel momento formaba parte.

L'Hospital Universitari de Bellvitge





Hasta 1972 la Seguridad Social sólo tenía en Cataluña un gran hospital de referencia, el actual Hospital Universitario Vall d'Hebron, entonces llamado Residencia Francisco Franco, y tres hospitales más en Girona, Lleida y Tarragona.

La cobertura asistencial en aquel momento era muy deficitaria, y más si tenemos en cuenta el fuerte crecimiento de la población como resultado de la inmigración de los años sesenta, en especial en Barcelona y su cinturón industrial.
La construcción de un nuevo hospital en el área metropolitana era una necesidad para poder atender a toda esta población.
L'Hospitalet de Llobregat era uno de los municipios que más población nueva había recibido y su ayuntamiento demostró una clara visión de futuro, hecho que facilitó el camino para construir un centro sanitario dentro de su término municipal.
Unos años más tarde, las instalaciones se ampliarían, también a propuesta del ayuntamiento, con la construcción de un hospital oncológico, el actual Duran i Reynals.
Los terrenos en los que se decidió edificar el hospital eran una excelente tierra de cultivo, como tantas del Delta del Llobregat, pero por el mismo motivo también era un lugar abierto a los vientos, que facilitaba el estancamiento de aguas y con una cierta insalubridad. Unos terrenos que ya habían sido tanteados para construir en ellos un estadio para el Español.
Los terrenos se compraron a los propietarios, muchos de los cuales no los explotaban directamente, sino que tenían arrendatarios que fueron indemnizados.
Tras algunas negociaciones e insinuar la posibilidad de una expropiación, los terrenos se compraron a 18 pesetas el palmo cuadrado. En total, 78 millones de pesetas del año 1969.


La construcción del Hospital, encargada a la empresa Dragados y Construcciones, se inició a mediados de 1970 y fue una de las grandes obras de aquellos momentos, junto con la Universidad Autónoma de Barcelona, en Bellaterra.
Trabajó en las obras una plantilla de 700 personas, de las que 500 eran obreros y 200 técnicos. La jornada de trabajo de los obreros era de más de 10 horas diarias, pagadas a 40 pesetas la hora, en unas condiciones de trabajo difíciles que provocaron algunos accidentes importantes.
Las presiones para que se finalizase el Hospital cuanto antes comportaron un endurecimiento de las condiciones de trabajo, hecho que motivó demandas de mejoras laborales de los trabajadores que acabaron en huelgas y que tuvieron como respuesta la intervención de la policía y los primeros despidos.
Las presiones de la Administración a la constructora para que la obra no se detuviese terminaron en una negociaciones en las que los trabajadores obtuvieron una mejora salarial, la posibilidad de tener una representación sindical para tratar los despidos indiscriminados, un plus por trabajar en altura, y la construcción de baños, duchas y un comedor semisubvencionado.
En cambio, no se consiguió el derecho a hacer vacaciones ni el pago de los días de huelga. Estos sucesos sirvieron de estímulo a la solidaridad entre los trabajadores de la obra y también para los trabajadores de otras empresas.


El Dr. Fernando Bartolomé fue el primer director del Hospital. Junto con un pequeño grupo de colaboradores, inició las primeras gestiones desde un despacho del Hospital Vall d'Hebron. Más tarde se trasladó al Hospital, aún en construcción.
En septiembre de 1971, una riada de 1,30 m de altura inundó la planta baja y la dejó completamente cubierta de barro. La obra tuvo que ser paralizada, con el consiguiente retraso en los plazos de finalización.
El equipo directivo, consciente de que tenía que salvar muchas dificultades y conocedor de la intención de la Administración de abrir el Hospital cuanto antes, intentó conseguir una inyección de financiación para mejorar algunas infraestructuras, al tiempo que se intentaba retrasar la inauguración. El presupuesto adicional se consiguió, però no el retraso de la inauguración.
Una de las tareas más laboriosas antes de abrir el Hospital fue conseguir el personal de enfermería necesario, ya que el mercado laboral de aquel momento era deficitario respecto a este perfil de profesionales y también porque se hacía difícil encontrar quien quisiera ir a trabajar a Bellvitge, una zona todavía con muy pocas comunicaciones.
En un primer momento tenían que venir monjas, opción que finalmente no se concretó. Muy poco antes de la inauguración, se hicieron los primeros nombramientos del equipo médico, que en el caso de los jefes de departamento fueron: en Cirugía, el Dr. Sitges; en Medicina, el Dr. Fernández Nogués; en Anestesióloga, el Dr. Cochs; en Análisis Clínicos, el Dr. Fernández Simó, y en Anatomía 
Patológica, el Dr. Cañadas.
La Reina Sofía, entonces princesa de España, en una visita oficial a Barcelona, vio el hospital en construcción y preguntó qué nombre tendría. Su interés y la política de acercamiento del régimen del general Franco hacia la Familia Real española dio como resultado la elección del nombre Hospital Príncipes de España


El 8 de noviembre de 1972 se inauguró, con el correspondiente protocolo, el Hospital con la visita de D. Juan Carlos y Dª Sofía, entonces príncipes de España, y del Sr. Licinio de la Fuente, ministro de Trabajo y Seguridad social. La visita de los príncipes estaba milimetrada y tenía que ser muy corta, pero se prolongó por su excelente disponibilidad y afabilidad.
Como en la mayor parte de inauguraciones, el Hospital se abrió con limitaciones y con enfermos llegados del Hospital Vall d'Hebron. No había sido posible nombrar a todo el equipo médico y tampoco se disponía de suficientes enfermeras. Había pocas unidades de hospitalización abiertas, pocos quirófanos en funcionamiento, y la mayoría de los accesos estaban sin asfaltar. Una situación que se normalizó tres años después.
  Fuente http://www.bellvitgehospital.cat


                                                            1973


Una planta del Hospital 1973 ( imágenes extraídas del nodo )

                         
Inundaciones de 1971
Imagen copiada del libro L'Hospital de Bellvitge 25 anys (1972-1997) editato por el mismo hospital en 1997






                                   Fantàstica imatge realitzada per Xavier Cervera i apareguda 
                                                   a la Vanguardia del 12 d'agost de 2009

Tarjeta postal de los años 70








Obras campus enero 2012





miércoles, 27 de noviembre de 2013

La Ermita de Bellvitge



   una pintura d’Ignasi Mallol i Casanovas - 1928

La Ermita de Bellvitge se puede definir como el edificio más emblemático del barrio. Contándose que fue construida cuando un mozo de una de las masías de la zona observó como un buey cavaba en la tierra, siempre en el mismo lugar. Finalmente el mozo decidió mirar en ese lugar y encontró una imagen de la Virgen,llevándosela a la iglesia del pueblo (Hospitalet). Cada vez que se llevaban la imagen ésta volvía al mismo lugar. Así pues, fue allí donde se decidió construir la ermita.
Su fecha de construcción se calcula hacia el año 1050 aproximadamente, situada en el camino que comunicaba Valencia y Barcelona, en el delta del Llobregat el cual con el paso de los siglos se ha ido desplazando.
Durante mucho tiempo la ermita ha sido un punto de encuentro y recreo para la gente de las masías cercanas, siéndolo actualmente para las personas que habitan el barrio y en donde se celebran reuniones tanto culturales como festivas.
La actual ermita es una reconstrucción hecha en torno al año 1717. Se han encontrado en sus proximidades restos humanos que datan del siglo XI, entre ellos un niño, que corresponden a la época de la Ermita original.

La Ermita através de los años


                                                1890                                                    1897  
                           
                                            1900                                                      1914  

                           
                                                                              1928

                              
                                                                                1936

                             
                                                                             1937

                              
Años 50

En las décadas de 1950 y 1960 la ermita se erigía en medio del campo. Desde lejos se reconocía su hermosa figura y muchos hospitalenses la escogieron como el lugar para celebrar bodas y bautizos. "Se encontraba en una zona bucólica", explica el responsable del área de Patrimonio del Ayuntamiento, Josep Maria Solías. A principios de la década de 1970, con la llegada masiva de inmigrantes, se empezaron a levantar los grandes bloques de pisos que rodean la antigua construcción hasta prácticamente engullirla. La pequeña ermita se convirtió entonces en la parroquia del nuevo barrio. Perdió lenta pero progresivamente su encanto, atrapada en las largas y duras jornadas de un barrio obrero, pero en su interior escondía verdaderos tesoros de la historia.


1953   (Familia Cuyàs) 

1956       1960
           
                                                            
                   
                                                           Principios de los 60

          
Ermita inundada años 50

La naturaleza no respetó la pequeña ermita y las continuas inundaciones y riadas del Llobregat la fueron enterrando. Una de las profundas intervenciones para recuperarla se realizó en 1718 , cuando el templo adquirió un aspecto parecido al actual. La edificación tiene una sola nave, con un ábside de planta cuadrada y un pequeño campanario con corona piramidal. La fachada, de perfil barroco, tiene un portal con dintel trabajado. La casa adyacente para albergar al ermitaño fue sustituida por un porche en otra restauración de 1959.
Su progresiva degradación llevó a los vecinos del barrio a organizar actos para reivindicar la recuperación de la ermita, hasta lograr que el Ayuntamiento y el arzobispado asumieran la restauración, que tiene un coste de 150.00 euros y paga el municipio a cambio de la cesión por parte de la Iglesia de los terrenos colindantes, que serán destinados a zona verde.
                                           La Ermita en la nevada de 1962


La Ermita años 70

En diversas prospecciones arqueológicas se ha hallado un cementerio medieval y cerámicas de la segunda mitad del siglo X y del siglo XI. Su historia permite viajar a través del tiempo hasta la Alta Edad Media. El cementerio, con nueve tumbas, se encontraba junto a una iglesia, en una finca llamada Mas Malvitge. El nombre apareció por primera vez en 1057 en un documento sobre un traspaso de propiedad.

Aunque la ermita tuvo su origen en una iglesia privada, era utilizada por los habitantes de la zona del delta del Llobregat. Entre ellos, se conoce la existencia de Arsenda Benvitge, cuyo apellido hace referencia a la masía. En un testamento de 1279 se nombra por primera vez la actual ermita, con el nombre de Santa Maria de Benvitge, y en 1283 se la cita como Belvitge.